Antes de empezar me gustaría decir que esto no es un artículo ni un post al uso, tan solo es la idea que se me ha venido a la cabeza mientras leía The Monster of the Twentieth Century de Kōtoku Shusui. En este libro Kōtoku analiza la razón y los orígenes del imperialismo ligando el nacionalismo y el militarismo como factores fundamentales para el surgimiento del mismo, por lo que recomiendo su lectura para una mayor profundización del tema. Tal y como he dicho antes, esta no es más que las conclusiones que he sacado en primera instancia mientras lo leía.
El patriotismo es la institucionalización de los instintos animales más básicos, unos instintos animales que pueden terminar con la vida de quien los posé. Los de arriba efectúan de manera casi quirúrgica en la población los cambios necesarios para que se dé una suerte de patriotismo artificial, normalmente, para proteger sus intereses. Después de la guerra con Francia los ingleses se morían de hambre, pero los burgueses del momento no hicieron absolutamente nada. Total, su posición ya estaba asegurada. El patriotismo ha conseguido introducir a los verdugos en nuestra propia casa. Los patricios nos mandaban a la guerra y después, pos su mismo sistema, nos esclavizan. Todo esto mientras que interiorizamos y nos echamos las culpas de nuestras desgracias. Más parece que la alienación permanente en Blade Runner y las intrínsecas lógicas del neoliberalismo ya venían cociéndose de largo.
La exaltación de la nación y la construcción de una identidad nacional es una de las bases para la estabilización del sistema, un sistema gobernado por las élites, las cuales no piensan perder sus privilegios. En la revolución francesa los burgueses y “los no burgueses” salieron a la calle al grito ‘liberté, égalité, fraternité’ buscando su emancipación del antiguo régimen feudal. Los burgueses tomaron las posiciones de poder y empezaron a construir su estado-nación, por si no había quedado claro, burgués. Cinco años más tarde la población negra de Haití salió a las calles cantando la Marsellesa y revindicando las mismas palabras que cinco años antes pregonaban la burguesía. ¿La respuesta de esta? La liberté, égalité, fraternité, al parecer, no es una cosa de negros. “El orden actual es natural” gritaría un burgués ante la opción de que sus posiciones cambiasen por lo que un grupo de pobres desgraciados reclamaban como justos al otro lado del océano. Estas reclamaciones fueron ahogadas por el ejército francés compuesto por los mismos que qué reclamaron sus derechos a la monarquía. “Por el bien de aquellos a los que uno ama, uno debe atacar a los que odia”, Kōtoku acertó con precisión al llamarlo así.
En los países en los que el patriotismo, y por consiguiente el militarismo, es regla y la vulneración de los derechos por parte de las élites es tan grande ¿Por qué se construyen alternativas? La acertada respuesta es simple y al mismo tiempo compleja, pero podemos reconocer dos elementos principales: El patriotismo es un sentido común; Al sentido común se le defiende en todos los frentes, incluso en las cloacas del estado. El patriotismo como elemento que incita los instintos animales es en gran medida susceptible de convertirse en un sentido común y luchar contra un sentido común es muy complejo. Conectado con el primero el sentido común da significado e identidad a nuestras vidas, no importa que este sentido sea real o creado, lo importante es su lógica. Y como nadie quiere perder su lógica pues la defiende con dientes hasta el final, esto lleva el patriotismo del pueblo: a cualquiera que desafíe la sabiduría convencional de la época se le pone bozal y se le restringe a la fuerza. Los patriotas incluso intentan poner bajo vigilancia los pensamientos privados de la gente, interferir con sus creencias religiosas, prohibir que los historiadores realicen investigaciones, impedir que los eruditos examinen los textos sagrados, y están decididos a destruir cualquier ciencia que se interponga en su camino. (Kōtoku)
Al parecer, ser una voz crítica no es tan sencillo, ni ahora ni antes. Si hay algo que siempre ha sido la derecha en todos los países y en todas las épocas, le va en el ADN, es rencorosa. Tiene una memoria prodigiosa para acordarse de los que desafiaron su poder, pueden perdonar a otros iguales que les disputaron el puesto, pero nunca perdonan a los de abajo que les cuestionan por estar arriba. La derecha europea odia a día de hoy el Mayo del 68 pues fue la última vez que se vieron acorraladas. La derecha japonesa odió en su momento a los primeros socialistas y sindicalistas pues suponían una amenaza para el régimen. Los guerreros del período feudal creían que la nación era su propiedad privada(Kōtoku). La derecha siempre ha creído eso de que la calle es suya, lo dijo Fraga, pero lo piensan todos ellos. La reacción siempre es contrarrevolucionaria, por eso las instituciones japonesas en el periodo Meiji quisieron construir sus elementos anti socialistas particulares. La ley de seguridad policial, como un contra revolucionarios apoyado por el estado, tenía tantas papeletas para salir airoso de esta fase contrarrevolucionaria. Ese momento autoritario ya empezó en Meiji y dependía de la correlación de fuerzas si ese movimiento venia para quedarse o no.
El escenario de la defensa de los valores de la nación a través del patriotismo lo miramos a nuestro alrededor. Detenciones de políticos, destitución de periodistas, encarcelamiento de raperos, censura de libros y de obras de arte al tiempo que se pueden alentar barbaridades inconstitucionales.
Kōtoku vislumbraba el socialismo como esa opción emancipadora, aunque al final terminaría liderando el movimiento anarquista. En palabras de Kōtoku este peligroso enemigo no es la superstición sino la razón; no es la tradición sino la modernidad; no es el fanatismo sino la organización. Y su objetivo es eliminar completamente la religión del patriotismo y los males que ha causado. A este enemigo se le llama socialismo moderno. (Buena referencia al manifiesto comunista, minipunto para Kōtoku)
En conclusión, el imperialismo es una llamada a los instintos más básicos, el cual se ha convertido en un sentido común. Luchar contra un sentido común es difícil, más aún cuando tienes a todo el aparato del estado detrás. Por último la aceptación de la población de estos instintos es natural, es muy difícil luchar contra tus nociones básicas y al final terminas cayendo. ¿Esto quiere decir que no exista una esperanza de alternativa? Quiero pensar que no… Tal y como decía Gramsci “Soy un pesimista debido a mi inteligencia, pero un optimista debido a mi voluntad”.
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