Antes de empezar me gustaría decir que esto no es un artículo ni un post al uso, tan solo es la idea que se me ha venido a la cabeza mientras leía Fate of Pedantocracy: The Idea of Government by Intellect in the Nineteenth-Century Japan and Europe de Matsuda Kōichirō. En este estudio Matsuda explica cuales fueron las formas de administración del gobierno chino con la figura del burócrata y como esta se puede convertir en una pedantocracia con carácter despótico para el estado, por lo que recomiendo su lectura para una mayor profundización del tema. Tal y como he dicho antes, esta no es más que las conclusiones que he sacado en primera instancia mientras lo leía.
En la actualidad, los estados están conformados en parte por complejos sistemas burocráticos. Estos sistemas burocráticos no son un concepto moderno inventado en la Europa que nació de las revoluciones burguesas. Un sistema burocrático basado en la superación de pruebas – y por lo tanto que podemos considerar meritocrático – existió durante un largo periodo de tiempo en la antigua civilización China. Sin embargo, hay que recalcar que los actuales sistemas burocráticos solamente tienen ciertas similitudes con el que se dio en las antiguas dinastías chinas, y que los sistemas actuales se alejan – o por lo menos lo aparentan – del sistema despótico en el que acabó convirtiéndose en china.
El sistema burocrático en china a través de los exámenes imperiales era el camino más corto para ascender en la escala social. En un principio todos aquellos capaces de aprobar el examen se convertirían en burócratas del estado, siendo este un puesto importante y con gran estatus social. Podemos llegar a pensar que el sistema era justo y permitiría un cambio de clases entre las distintas poblaciones, pero esto no es exactamente así. Tal y como describe el doctor en sociología de la Universidad de Wisconsin-Madison, Matías Cociña, La meritocracia no elimina el problema de las desigualdades sociales, tan solo redistribuye las posibilidades de estar en el grupo aventajado, “Es decir, si un país concentra la riqueza en 45 mil personas, como ocurre en Chile, la meritocracia no repartirá mejor; sólo cambiará la forma en que se eligen los 45 mil, dejando a los otros 15 millones en la misma situación actual”. Esto es exactamente lo que sucedió con el sistema burocrático de las dinastías chinas.
Con la conversión de los burócratas en un grupo privilegiado se obtuvo una centralización absolutista del poder en sus manos generando un grupo, en gran medida, cerrado. Este grupo al acaparar el poder mantenía un sistema despótico que el teórico alemán Karl A. Wittfoger denomino en su obra Despotismo asiático como despotismo hidráulico. Si bien este despotismo es tratado por Wittfoger, el concepto despotismo oriental ya fue tratado por Karl Marx en Formaciones económicas pre-capitalistas de 1858 en el que explica como la propiedad comunal original humana del suelo, pasó a convertirse en privado.
Aun con todos los males del sistema burócrata que degeneró en un despotismo, este sistema se mantuvo durante muchos periodos en China y también – aunque con muchos matices – se impuso en las sociedades occidentales. ¿El motivo? Bueno… una administración del estado “centralizada” – centralizada en la figura del burócrata – junto con una élite que controla a las clases bajas y conforma una parte de la clase dominante conforma un buen apartado de una superestructura. ¿Por qué se mantiene esa superestructura hoy en día? A eso te contesta Marx en contribución a la crítica de la economía política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario