La prehistoria es considerada aquella parte histórica en la que no existen registros escritos de una civilización. Japón tiene una extensa prehistoria que abarca los períodos paleolítico, Jōmon, Yayoi y Kofun. En estos periodos se fueron sentando los pilares básicos de lo que posteriormente se convertiría en la civilización que hoy conocemos como Japón. Es recomendable aclarar que el concepto moderno de “Japón” y lo que hoy entendemos como “sociedad tradicional japonesa” se forma a partir del periodo Meiji, por lo tanto, el Japón que veremos no será exactamente igual que aquel que existe en el colectivo de la sociedad. Para conocer el desarrollo durante la prehistoria japonesa, no tenemos más remedio que confiar en las evidencias arqueológicas complementadas con los relatos aislados de forasteros. Cuando analicemos la prehistoria japonesa, estaremos analizando a “Japón antes de que fuera Japón” (Breve historia de la civilización japonesa, 2014, pp. 29).
Geografía
La geografía es una parte fundamental cuando se desea analizar la historia de una sociedad. La geografía es el escenario en el que los actores de la historia tomarán acabo sus acciones, y estas acciones están intrínsecamente ligadas al entorno que les rodea. No se puede entender el desarrollo de las zonas urbanas en Japón, sin comprender de antemano que solamente esas zonas eran las viables para desarrollar una zona urbana. Este escenario llamado geografía también es un escenario que cambia constantemente influido por energías naturales y humanas.
El Japón actual está conformado por un total de 6852 islas que se extienden a lo largo de 2400 kilómetros desde la posición más al norte (misma latitud de Montreal), hasta el extremo meridional del archipiélago de Okinawa (paralelo a las Bahamas). La superficie de Japón es de unos 377.000 metros cuadrados, algo más de la mitad de la península Ibérica, lo que conlleva que sea más grande que Gran Bretaña, ligeramente mayor que Italia y un poco más pequeño que california. Con esta extensión se puede apreciar que Japón no es un país precisamente pequeño, aunque los mapas lo hagan parecer así.
Aunque se conoce a Japón como “el archipiélago japonés”, en la práctica es un conjunto de archipiélagos con nombres y características propias. Este archipiélago japonés está separado del continente por tres mares: el mar de Okhotsk en el norte, el Mar de Japón en el Ura Nihon, y el Mar de la China meridional al sur. Todos estos archipiélagos han sido originados por el choque de placas tectónicas, y es que la principal característica geológica del archipiélago japonés es la inestabilidad del suelo debida a la considerable actividad volcánica y los frecuentes movimientos sísmicos. “Se dice que, incluso hoy, se producen hasta 1.000 terremotos y temblores cada año y hay más de 40 volcanes activos” (Breve historia de la civilización japonesa, 2014, pp. 31). Debido a la gran actividad sísmica, la mayor parte del país lo componen montañas, que son geológicamente jóvenes y, por tanto, abruptas y escarpadas. Las cordilleras escarpadas suelen producir frecuentemente derrumbamientos, torrentes veloces, y avalanchas. Esto ha provocado que las regiones aptas para el cultivo y el desarrollo de grandes asentamientos preserven una autonomía y diversidad regional, ya que el trasporte interno del país es complicado. Es de importancia vital señalar que tan sólo el 13 por ciento de la superficie del país lo ocupan tierras llanas y fértiles. Esto ha determinado poderosamente los emplazamientos demográficos. Además, las abruptas cadenas montañosas crean un espinazo geográfico que recorre Honshu de arriba abajo, una cadena que ha separado el Japón avanzado y rico del mar interior (El Japón de Murakami, 2012, pp. 31).
Las llanuras más importantes se extienden en una línea desigual y tomarán su mayor punto en el eje de la ruta Tokaido. La llanura de Tsukushi, en el norte de Kyushu, fue el primer centro de desarrollo cultural y tecnológico gracias a su proximidad con el continente. La llanura de Kinai, en lo que se conoce como región de Kanshai, abarca las ciudades de Osaka, Nara y Kyoto. La llanura de Nobi, frente a la bahía de Ise, abarca la actual ciudad de Nagoya. Por último, la llanura de Kanto, la mayor de todas, esta circunda el Tokyo actual. Estas llanuras serán el escenario principal de los acontecimientos de la historia japonesa.
Las escarpadas montañas del archipiélago y las llanuras costeras, junto con su ubicación entre el continente asiático y el océano Pacífico, producen patrones meteorológicos distintivos. La costa del suroeste es cálida por efecto de Kuroshio o corriente Negra que mueve las aguas ecuatoriales y trae a las costas del pacifico japonés aguas con una mayor cantidad de pescado, y por lo tanto de alimentos, y un aumento de las temperaturas. Por el contrario, la corriente Oyashio baja desde el mar de Bering y acarrea aguas árticas hasta el mar de Japón, lo que produce una bajada de las temperaturas y reduce el periodo de desarrollo de las cosechas. Durante el invierno, los vientos dominantes que recorren Asia recogen la humedad y cuando atraviesan el mar de Japón, cargado de aguas frías procedentes de la corriente Oyashio, depositan nieves en las laderas noroccidentales de las montañas y no pasan a las costas del pacífico. Pero en la costa del pacifico, los inviernos son de vientos secos y escasas precipitaciones. Durante los veranos, el aire templado y húmedo procedente del sur hace que el clima sea más cálido de lo que sugiere la latitud, durante el verano también sedan la mayor parte de las precipitaciones del país. La abundancia de agua y los largos y cálidos periodos de cultivo crean un paraíso para las plantas y los bosques espesos. “No cabe duda que esta diversidad biológica ha sido decisiva para la capacidad del archipiélago de sustentar a una población extraordinariamente densa durante siglos” (History of Japan, 2000, pp. 19).
Cultura paleolítica
La última glaciación fue hace unos 12.000 años. Se tiene constancia que durante este periodo hubo puentes terrestres que unían el continente con el archipiélago japonés. Estos tres grandes puentes terrestres se encontraban situados en el norte, uniendo el continente asiático por la península de Sajalín, en el sudoeste por lo que hoy se conoce como el estrecho de Tsushima y que conectaba con la península coreana, y por el sur siguiendo el arco que formal las islas Ryūkyū. Gracias a estos puentes terrestres es posible conjeturar que humanos primitivos, así como animales y plantas, siguieron estas rutas y llegaron a lo que más tarde sería el archipiélago japonés. Los datos irrefutables sobre la presencia de humanos viviendo en el continente nos muestran que desde hace como mínimo 700.000 años. Sin embargo, no tenemos datos que muestren la presencia humana en el archipiélago japonés antes de unos 35.000 años. Lo que si se tiene claro es que hace 30.000 años vivían humanos en el archipiélago.
Puentes terrestres que unian el continente y el archipielago |
Hace 30.000 años, en lo que se conoce como período paleolítico superior, hubo una llegada masiva de distintos pueblos que llegaron al archipiélago a través del puente terrestre meridional. Una segunda oleada sucedió hace unos 14.000 años a través del único puente que quedaba, el del norte. Es factible pensar que esta segunda oleada es la que dio origen a la etnia ainu.
No se puede saber mucho sobre cómo eran estos pueblos, ya que las zonas en las que vivían eran las más próximas a la costa y con el deshielo estas zonas fueron inundadas. Suponemos que estos pueblos eran cazadores-recolectores y pescaban empleando lascas y otras herramientas similares a las halladas en yacimientos de otros lugares de Asia. No era muy común que estos pueblos vivieran en cuevas, pero desconocemos a ciencia cierta cómo eran sus viviendas. Aunque no sabemos la naturaleza de sus viviendas, lo que si tenemos claro es que no eran muy propensos a establecer bases estables hasta el final de este periodo, y que sorprendentemente practicaban un cierto nivel de comercio, sobre todo de obsidiana. (López-Vera, Jonathan, 2011).
Estos pueblos no sabemos si estaban formados por homo-sapiens o homo-erectus. Si sabemos gracias a un esqueleto de hace 17.000 años que la altura de un hombre rondaba el 1,55m. Esto es igual que lo encontrado en otras regiones de Asia. Sin embargo, “hay indicios de que, hacia el final de la última glaciación, se produjo un cambio de una magnitud tal, que los arqueólogos coinciden en la necesidad de designarlo como un nuevo período” (Breve historia de la civilización japonesa, 2014, pp. 33). Estos pueblos acabarían conformando la cultura Jōmon.
Bibliografía
Carlos Sardiña y Yolanda Fontal. Breve historia de la civilización japonesa (Edición Bellaterra, S.L., 2014)
Carlos Sardiña y Yolanda Fontal. Breve historia de la civilización japonesa (Edición Bellaterra, S.L., 2014)
López-Vera, Jonathan. “El Paleolítico, el origen verdadero (supuestamente) de Japón” en HistoriaJaponesa.com, 2011.
Totman, Conrad. A History of Japan (Oxford: Blackwell, 2000).
Carlos Rubio. El Japón de Murakami (Prisa ediciones, 2012).
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